Un claro en el parque y un único banco a la sombra, no era demasiado
temprano y el sol se había ido adueñando de los habituales, pero al seguir buscando
por fin lo encontró, se sentó y abrió el libro, buscando la señal que le indicaba dónde se había quedado la última vez.
El silencio era casi completo, solo se escuchaba el canto de los
pájaros intentando hacerse oír por encima del de las chicharras que siempre
quieren llevar la voz cantante, los árboles rodeaban el pequeño espacio, como
si fuera el claro de un bosque y el aire que soplaba de vez en cuando hacía que
la temperatura fuera casi la ideal, a pesar de estar ya bastante avanzada la mañana
¿Quién dice que es imposible encontrar rincones de paz en una gran
ciudad?


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