
El tiempo pasaba, no se había dado cuenta de que hacía tanto que no escribía, pero las
letras se seguían negando a unirse en su cabeza para formar palabras.
A veces llegaban ideas y se ponía contenta, "de esto seguro que sí que sale algo"; abría el
ordenador, se ponía delante del teclado y... todo se desvanecía y se volvía a quedar en
blanco. Parecía que no querían dejarse "atrapar", como si pensaran que al unirse para
formar palabras, su libertad desaparecería para siempre
Esta vez cambió lo moderno por lo de siempre, el teclado por un boli y el primer papel
que encontró, -era pequeño, pero pensaba que no se podía entretener en buscar otro, las
letras se podían escapar de nuevo- y... empezó a escribir; realmente parecía que no
estaba saliendo nada interesante, pero por lo menos había conseguido que, por un
momento, las letras perdieran el miedo a dejarse "atrapar" y le dejaran llenar algunas
líneas y, aunque no parecía que hubiera salido nada que mereciera mucho la pena, era un
primer paso y se alegró de haberlo conseguido

